"Tener fama no es tener éxito"
Christophe Krywonis llegó al país hace 25 años. Hoy es consultor gastronómico y fue uno de los encargados de elegir al primer Master Chef argentino. Historia culinaria del más porteño de los franceses.

El 1° de junio de 1989, Christophe Krywonis llegó al país para ser asistente de Francis Mallmann en su restaurante en Las Leñas, Mendoza. “No hablaba español y ni si quiera sabía nada de la cultura sudamericana. Me acuerdo que no sabía ni decir ‘zanahoria’”, cuenta el hoy Chef Christophe, quien en aquel entonces pensaba permanecer en la Argentina por solo tres meses. “Después de Las Leñas, estuve dos meses de paseo en Mendoza entre los buenos vinos y las lindas chicas; me hice muchos amigos que aún hoy conservo. Esa es una de las cosas más lindas de Argentina”.
Christophe Krywonis nació en Francia y es cocinero de profesión. En su país natal trabajó desde muy joven en la cocina del hotel del que era dueña su abuela. Hoy, después de 25 años de vivir en Argentina, es prácticamente un porteño más. Se convirtió en asesor gastronómico (como en el restaurante Cabernet, entre otros), fue jurado de MasterChef Argentina, uno de los programas de televisión más exitosos en lo que va del año, y lleva adelante una marca propia: Che Christophe (www.chechristophe.com).
“En el verano de 1990 hice temporada en Punta del Este y después volví a Francia, pero me deprimí un poquito. Era otra vida, estaba todo hecho y no me encontraba. A los pocos meses me ofrecieron venir a trabajar a Buenos Aires y no me fui más. Tuve mis dudas porque es muy difícil instalarse, uno tiene que pagar derecho de piso”.
–¿Es muy difícil adaptarse a la Argentina? –Sí. Yo me vine sin dinero y con ganas de trabajar. Me hice solo acá y por eso estoy tan contento con mi vida. Todo lo hice yo, no me cayó del cielo, gané y perdí como todos los argentinos; pero me levanté en cada caída y me puse a trabajar de nuevo. El hombre es el animal que más se adapta a todo. Yo me adapté a la Argentina y hoy es mi casa.
"He visto a gente caer desde muy alto por querer
tener su propio restaurante sin saber cómo"
–¿Alguna vez pensaste en volver a Francia? –Al principio sí. Estuve de vacaciones en Francia con mi ex mujer y mi primera hija, y al volver me pregunté qué iba a hacer, si quedarme o irme, pero por suerte me dije: “Si me quedo es a jugar con todo”. Eso fue en 1993, cuatro años más tarde abrí mi propio restaurante: Christophe.

–Pequeño desafío… –Renegué y trabajé como un loco, me costó hasta mi pareja. Trabajaba mucho y no estaba nunca en casa. Me arrepiento de muchas cosas y sé que estuve muy ausente de mi casa. Fue algo que pagué muy caro, pero sé por otro lado que tuve muchas alegrías. El trabajo de dueño es muy complicado, pero también lo es el de lavacopas, mozo, chef, cocinero, jefe de cocina, jefe de salón… de lo que sea, como profesional conciente es muy complicado. Porque la conciencia profesional está en todos. Como jefe de cocina uno tiene más responsabilidades. Como empresario uno tiene que pagar los salarios, después los proveedores, los impuestos, el alquiler… es una cadena. No todo lo que hay en la caja es de uno.
–¿Por qué es tan complicado el trabajo en un restaurante? –El trabajo de cocina es muy difícil; tiene que estar bien hecho. Lo complicado no es trabajar, sino aguantar el ritmo. Es un oficio de muchas horas en el que tenemos que cumplir con las expectativas y hacer siempre un mismo producto y con la misma calidad. No estás solo, depende de otros que están al lado tuyo. Es un trabajo en equipo.