La buena mesa italiana
El clásico restaurante Guido logra reunir en un mismo lugar a dos –e incluso tres– generaciones que comparten el mismo placer: el buen comer.

En una de las mesas, un abuelo charla sobre fútbol con su nieto. En otro rincón del lugar, dos amigos acodados en la barra le piden a Valentino, el bartender, un refrescante aperitivo para comenzar la noche. En el patio, una pareja comparte el ya clásico Trío de pastas. Esto es Guido, un restaurante con 35 años de historia que supo renovarse y conservar a aquellos primeros comensales de los años '80. Así, este curioso espacio argentino-mediterráneo logra reunir en un mismo lugar a dos –e incluso tres– generaciones que comparten el placer por el buen comer.
Fundado por el reconocido Guido Sosto, sólo basta con ingresar a esta casona antigua de fines de 1800 para hacer un viaje directo a los típicos restaurantes italianos. Ambientado con el glamour de los años ‘50, en las paredes hay mapas de las regiones de Italia y fotos de las estrellas más históricas de Hollywood. Los característicos e infaltables manteles cuadrillé rojo y blanco completan el ambiente.

Mangia bene. Para comenzar con este viaje culinario por lo mejor de la cocina italiana, hay una gran variedad de antipasti como el prosciutto di Parma, las cazuelas de mariscos, mejillones o las albóndigas con una salsa más que generosa. Pero si sos un “burrata lover”, te aseguramos que en Guido te vas a sentir en la gloria. Aunque este queso delicado, cremoso y fresco que se deshace en la boca se encuentra cada vez en más lugares, acá se lo presenta en su mejor versión: una burrata fresca, sabrosa, bien condimentada y con el aceite de oliva justo y necesario. Casi de ensueño.
A la hora del plato principal, además de pizzas, ensaladas y carnes, las pastas son, lógicamente, las estrellas del lugar. Si querés dejarte sorprender, una buena opción es preguntar cuál es el menú del día –que suele variar cada noche– o ir directo a los agnolottis de cordero: con un braseado de ocho horas, son capaces de satisfacer a los paladares tanos más exigentes y salen bien al dente.
